
Apenas una TV encendida,
que hace brillar tus ojos,
abiertos sin perder detalle,
en voz baja, recuerdas,
aquella tarde de calor,
una de tantas, en el parque,
bajo aquellos árboles viejos,
que cuentan mil historias de amor;
en el suelo, celos fingidos
un reproche, una risa
latas vacías de cerveza
esa eterna conversa
en espera de cruzar esa frontera,
que nos da la confianza
y quemarnos juntos en la hoguera:
instrumentos de nuestra propia perdición.
Te paras y con tus pies delineas las baldosas
y enciendes un cigarrillo,
a un lado de la ventana,
a salvo de miradas indiscretas,
(menos la mía, claro),
y detallas la noche:
un escape de carro, luces de anuncios,
ecos que se perderán en la atmósfera
miras las mentiras que se tejen como verdades
esas que pasan todo el tiempo,
a veces sin darnos cuenta;
La lavadora que suena y baila su propia música,
deberíamos hacer lo mismo.
¿Cómo llamarías si hicieras un cuadro de esto?
preguntas expulsando humo de tus pulmones,
me conformé con quedarme callado,
aunque mi mente volaba, robándose mi alma
y allí estabas a un palmo de distancia
mientras deseabas que pudieras elevarte en el aire
desde ese cuarto que llamábamos hogar
en donde se escuchaban esas cosas que realmente queríamos
y cada día descubríamos algo nuevo.
Y ahora observo la misma escena
la misma temperatura, el mismo paisaje
aquellas luces que se pierden a lo lejos
recuerdos en blanco y negro.
Y aunque han pasado otros cuerpos
otras historias, memorias,
como los rayos que caen a lo lejos
en esta nueva tormenta,
pienso, buscando muy adentro de mí,
te busco en todas pero no te me pareces a ninguna.
Obra: S/T. Barras de grafito sobre papel de dibujo. 2009. RH.